En el informe de Proexpansión titulado “Perú, ¿país orgánico?” se presenta con claridad la oportunidad que representa la producción orgánica para el Perú. Tres elementos hacen que esta posibilidad sea especialmente atractiva: una tendencia mundial a favor del consumo de productos saludables; una masa de productores capaces y comprometidos, y consumidores con un poder adquisitivo a prueba de turbulencias económicas mundiales.
La tendencia mundial: los consumidores demandan cada vez más productos saludables, con menos colorantes y preservantes, y, amigables con el ambiente. Eso
explica que de 1999 a 2012, el tamaño mundial del mercado de productos
orgánicos haya subido de US$ 15 mil a US$ 64 mil millones a pesar de la
crisis financiera internacional.
Los
productores: en el mundo ya hay dos millones de productores en el mundo
que se dedican a la producción orgánica en 37.5 millones de hectáreas.
En Perú ya hay 44 mil productores que la desarrollan en 198 mil
hectáreas y 215 empresas exportadoras. Estas cifras, por supuesto, no
consideran a los los productores y hectáreas que siguen la filosofía
orgánica porque utilizan prácticas ancestrales pero que trabajan fuera
del sistema certificado.
Los consumidores: la
mayor parte de los consumidores de productos orgánicos se concentra en
los estratos socioeconómicos más altos de las economías más ricas del
planeta como Reino Unido, Alemania, Estados Unidos, Corea del Sur y
China. El consumo per cápita anual de productos orgánicos de
estos consumidores supera los US$150, cifra varias veces por encima del
promedio mundial de US$9.
El
potencial de crecimiento para la producción orgánica en el país es
enorme y la oportunidad está cerca tanto de grandes como de pequeños
productores pues se trata de un modelo de negocio que puede ser rentable
a pequeña escala. Hay 1.4 millones de productores que ya por
lo menos podrían considerar esta posiblidad porque utilizan abono
orgánico. Dos de cada tres de estos productores está en las zonas con
mayor incidencia de pobreza del Perú.
Por ahora, quienes han apostado por la producción orgánica están concentrados en cuatro productos: banano, café, cacao y quinua. Sin embargo, hay otros productos que están mostrando un crecimiento interesante como la maca, el aceite de jojoba, el jengibre, entre otros. Y también hay
oportunidades para desarrollar la agricultura orgánica en otras frutas,
hortalizas, cereales, granos andinos, legumbres, plantas medicinales,
hongos, carnes; y, también en productos procesados cuya lista es tan amplia y variada como los suelos y microclimas que existen en el país.
El
principal obstáculo que enfrentan los productores está vinculado a los
costos y el tiempo que deben asumir para reestructurar la
infraestructura agrícola, para afrontar la transición de la agricultura convencional hacia la orgánica y para obtener la certificación correspondiente,
elemento indispensable para beneficiarse de la prima sobre el precio
que pagan los consumidores que valoran este tipo de productos.
Los
pequeños agricultores en gran medida agrupados en cooperativas hoy
están asumiendo un liderazgo importante abriendo trocha con decisión en
el competitivo mercado de la agricultura orgánica en el que todavía no existe un país posicionado como líder mundial.
Si
comenzamos a mirar, tratar y apoyar a los pequeños agricultores como lo
que son (la clase empresarial más leal y comprometida con el país y su
futuro), podremos construir como país esquemas de promoción que
articulen los esfuerzos que ya realizan los distintos niveles de
gobierno para aprovechar la gran oportunidad que abre el mercado mundial
de productos orgánicos para el Perú y quizás soñar con que algún día
nuestro país se convierta en el líder mundial en agricultura orgánica.
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